Roberto Alberty Torres, conocido como El Boquio, fue un destacado artista nacido en Carolina el 24 de enero de 1930. Tras su participación en la Guerra de Corea como miembro del Cuerpo Médico del Primer Batallón del Regimiento 65 de Infantería, donde también tuvo la oportunidad de visitar Japón en 1952, experimentó una profunda transformación en su sensibilidad artística al admirar la forma en que los artistas japoneses abordaban la vida y la historia de su pueblo.
Después de regresar de la guerra, en 1953, Alberty decidió retomar sus estudios en la Universidad de Puerto Rico, aprovechando las oportunidades que le brindaba su condición de veterano. Aunque inicialmente había perseguido estudios en el campo de la administración comercial, su pasión por el arte lo llevó a abandonar esa carrera y dedicarse por completo al estudio de las artes plásticas. Durante su formación, recibió orientación y guía de reconocidos profesores como Eugenio Fernández Granel, Cristóbal Ruíz, Félix Bonilla Norat y Osiris Delgado, quienes lo introdujeron a un mundo de ideas desconocidas para él.
Alberty contrajo matrimonio con Carmen Aida Fragoso y juntos tuvieron un hijo, Carlos Roberto Alberty Fragoso. En 1961, el artista se trasladó a Nueva York, donde fundó la Galería El Morro junto a Jorge Mendoza y Domingo López, convirtiéndose así en la primera sala de artistas puertorriqueños en la ciudad.
El Boquio, como era conocido, dejó un legado artístico significativo. Su experiencia en la guerra y su contacto con la cultura japonesa despertaron una sensibilidad que influiría en su obra. Inspirado por el surrealismo y guiado por sus profesores, Alberty creó junto a otros artistas el Mirador Azul, un taller-galería. Posteriormente, se trasladó a Nueva York, donde recibió la beca Guggenheim y tuvo la oportunidad de viajar por Europa.
Caracterizado por su personalidad excéntrica y un profundo conocimiento intelectual, Roberto Alberty se interesó por la poesía, la pintura y, en la década de 1970, se enfocó cada vez más en la composición de sus obras, explorando el arte del "readymade", el "collage" y la obra conceptual. Siempre partiendo de lo personal, la palabra y la poesía se convirtieron en el centro de su trabajo artístico.
Roberto Alberty falleció a sus 55 años, el 12 de septiembre de 1985 a causa de un cáncer pulmonar. Sus restos fueron cremados y se encuentran depositados en el cementerio Municipal de Carolina.
Tras su fallecimiento, se publicó un libro en honor a su nombre, gracias a la colaboración de sus amigos más cercanos. Estos amigos han continuado la tradición de rendir homenaje al artista, al arte y a la cultura al visitar el cementerio donde descansan sus cenizas, en un evento conocido como "Baquinoquio". De esta manera, el legado de Alberty sigue vivo y su influencia perdura en el mundo del arte.
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