PUERTA DE LA CAROLINA, un lugar por donde todo carolinense ha pasado en algún momento. Lo que pocos saben es que este es el hogar de un hombre (al parecer en sus 50's ó 60's al momento de este escrito), cuyo nombre desconozco. Lo único que sé es que duerme aquí porque no le queda más remedio.
Olvidado por la mayoría, busca guarida bajo este puente, donde el ruido de los carros, sus bocinas y la música a casi todas horas, inevitablemente han formado parte de su ambiente cotidiano, sobre el cual no tiene control, ni tiene a quién darle la queja para tener al menos unas horas de buen descanso, como lo haríamos nosotros.
Con una mirada perdida y evasiva, en la que pude notar falta de ánimo y gran tristeza le vi pasar a mi lado. Al verle, le dirigí unas palabras, a las cuales no respondió ni siquiera con un gesto facial, como si nunca me hubiese visto. Su cara era muy seria y parecía hasta molesto (quizá frustrado o resignado), lo cual es de esperarse cuando sentimos que lo hemos perdido todo en la vida.
(Para ese entonces, no sabía que el puente era su casa, pues aún no había llegado al mismo; solo le vi caminar muy cerca de él con un pequeño bulto, lo que a los varios minutos me ayudó a llegar a dicha conclusión.)
Siguió de largo y no le vi más esa mañana. Luego de unas horas tomando fotos del área, volví a pasar por debajo del puente. Por alguna razón, la primera vez que pasé, no había notado las almohadas en el piso (a pesar de sus grandes tamaños); era como si mis ojos hubiesen permanecido cerrados hasta esa segunda ocasión que estuve en el lugar.
Pero esta vez, incluso antes de llegar a su “casa”, algo me llamó la atención: era un pequeño papel doblado, como los cientos que vemos e ignoramos a diario en las calles...algo me hizo virar, tomarlo y abrirlo.
Al hacerlo, pude ver que era una nota. Lo primero que pensé fue “debe ser una nota de amor de 'teenagers'...”, luego me confundí al ver que estaba acompañada de cinco dólares. Lo que vi fue más conmovedor de lo que imaginé...
"Feliz Navidad.
Espero que estas cosas te ayuden, no es mucho, pero algo es algo. Deseo compartir contigo lo que algún día fue mi regalo de Navidad; bueno, el mejor regalo de mi vida. Por primera vez sentí paz, tranquilidad, perdón, amor y que nadie me juzgaba. Sentí que podía cambiar, que podía ser feliz y diferente.
No encontré algo, encontré a alguien. Encontré a Jesús; tal vez has escuchado de ÉL, pero hoy sentí del Señor el decirte que Jesús te sigue AMANDO, que siempre te amó y que SIEMPRE TE AMARÁ. Él murió por ti en una cruz y su cuerpo aún está brotando su sangre para perdonarnos. Nunca es tarde para volver a Jesús. Él puede sanar y liberarte de tus angustias.
Si sientes decirlo, repite: "Amado Dios, acepto a Cristo como mi Salvador Personal. Perdona mis pecados, entra en mi corazón, cambia mi vida, lávame con tu sangre. Que sea bautizado con el Espíritu Santo. Escribe mi nombre en el libro de la vida. Gracias Jesús, en ti confío."
"Espero que tomes la decisión de ser feliz de verdad, que tengas paz de verdad. Este mundo es corto, aunque no lo parezca y será bello compartir una eternidad con Dios. Oraré por ti. Dios te bendiga."
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