Estoy tirando líneas a lo loco de lo que pienso que es el terreno de la Hacienda Campo Rico, pero no me hagas mucho caso, porque no conozco casi nada de este lugar por ahora.
Aquí no vas a ver "ziplines", ni na' de eso; este no es el típico "tour" de la Hacienda Campo Rico que verás por ahí (aunque tampoco es todo lo que yo quisiera, porque solo vimos unas partes)...
Por ahora solo verás unas pocas fotos, pero en algún momento volveré y cubriré otras áreas del sitio. Definitivamente tengo que hacer otro artículo en el futuro porque este lugar es grande de a vicio y parece ser muy interesante.
Visto desde un ángulo muy poco común... El simple hecho de llegar hasta esta parte significa que vas a tener como mínimo 10 rasguños, 20 pequeques (cadillos) pega'os, las tennis enfangás, un poco de sangre, una piquiña brutal y cosas así. De verdad no está nada fácil, ni lo recomiendo; vete por el lado correcto... Lee entre líneas.
Mientras tomaba esta foto, noté que a lo lejos se asomaba un desconocido (a quien llamaremos "El Guía")… Llevábamos cerca de 20 minutos buscando cómo entrar a las instalaciones y al verle pensé: "¡él nos sabrá ayudar!" Y no estuve equivocado. ;)
Resulto ser un viejo conocedor del área que desde niño visita la zona y la conoce como la palma de su mano. ¿Qué más podíamos pedir? Después de convencerlo de nuestro propósito y asegurarnos que ese machete no acabará con nosotros y no formáramos parte de algún futuro plato de "pollo pepper", nos dirigió por un escondrijo que daría acceso al resto del lugar (no hay fotos de esa parte por varias razones).
Guía: "Hay vacas, pero no como antes; por eso este camino está mucho más difícil que hace unos años."
La razón original por la cual decidimos entrar a la hacienda fue para ver unos rieles del tren que pasaba por ella hace muchos años (supongo que relacionado al cultivo de caña de la Central Buenavista que queda super cerca), pero nuestro guía (el que ves al frente con el machete) nos contó que algunos brillantes seres humanos se llevaron este valioso pedazo de historia, para venderlo su valor en metal. Way to go!
Sabiendo que nunca encontraríamos el dichoso ferrocarril y -tratando de no caer en un badtrip salvaje por esto- simplemente seguimos caminando para ver qué nos encontrábamos en el camino.
Guía: "Sigan por ahí y van a llegar derechito a la bomba de agua... Nos encontramos ya mismo; voy a estar recogiendo los jueyes."
A lo largo de gran parte de los caminos, hay muchas trampas (diría que alrededor de 60 o más) que a diario vienen a ser revisadas por nuestro guía. Esta es una de ellas:
Estos caminos son bellos y a veces parecen nunca acabarse.
Una cosa que noté (al menos el día que fuimos) es que -no importa donde te pares- hay una ventolera brutal todo el tiempo y el aire que respiras aquí se siente mucho más limpio. Siendo Carolina un pueblo tan urbano en su mayoría, cuando estás aquí dentro se te olvida que estás aquí.
Además del reguero de palos que ves, esta parte está rodeada de bastante agua. Buen momento para recordar unas palabras que oímos hace unos minutos...
Guía: "Tengan cuidado porque aquí hay caimanes; específicamente por la bomba hay uno bien grande."
En este momento, estábamos más o menos por aquí (bien cerquita de la Laguna de Piñones):
Después de llegar a la bomba (los palos nos cerraron el camino), dimos la vuelta y seguimos por el camino que vinimos.
Ok, realmente solo vimos vacas y toros, pero no quería dejarlo tan simple.
Volveremos otro día y cubriremos otras partes de la Hacienda por la vía correcta.
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